El amor de M. Haneke


M. Haneke (SDPNoticias)
Amor (Amour) es la última película del austríaco Michael Haneke, director de cine, de teatro y de ópera. Con ella ganó el Óscar a la mejor película extranjera 2013. Pudo y debió haber ganado todos los óscares, pienso. Haneke es autor de una serie de cintas memorables. Por eso se dice que puede ser el director más importante del mundo en este momento.
¿Pero qué receta utilizó Haneke para crear esta joya, Amor?
En ella se ve una síntesis sublimada de sus anteriores obras. Creo que en Amor consolidó su poética cinematográfica: la de la ternura y la del horror de la vida. Amor es un extraño y supremo poema, que sólo puede escribirse a su edad (a los 70 años), con actores que no necesitaron de la máscara, porque ellos eran sus mismas representaciones (cada uno de ellos, Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, con más de 80 años, representan a dos personajes de esa misma edad, Georges y Anna). Con esos actores (que vienen de Hiroshima, mon amour y de Un hombre y una mujer, de los años sesentas), Haneke proyectó todos sus conocimientos de teatro, cine, guión, música, fotografía, pintura, filosofía y  literatura. Y a partir de un segmento de vida (las últimas semanas en la vida de una pareja de edad avanzada), construye una hermosa película, primero, con una partitura de signos, algunos muy sigilosos, que nos llevan a admirar la belleza plástica de movimientos muy bien marcados en el espacio (Haneke nos obliga, plano a plano, a memorizar el mapa de aquel apartamento donde se libran las últimas batallas de la pareja que enfrenta a la muerte, que es el apartamento de los padres de Haneke, en la vida real); segundo, con una iluminación que siempre recuerda a Rembrandt y que Haneke escoge porque su historia guarda pliegues de luces y sombras de ternura y horror; tercero, con un sonido de un meticuloso tiempo real, que lleva y trae las voces de los actores al espectador guardando la distancia entre todos, de manera casi perfecta, como si se tratara de un prodigioso teatro en casa que nos sumerge aún más en el mapa de ese apacible e impredecible apartamento (donde una embolia transforma el amor en horrible paradoja); cuarto, con un guión de palabras, sonidos y silencios magistrales, que resistiría las más altas exigencias del teatro y del cine; y quinto, con una fotografía que, con oportunos y certeros primeros y planos medios, nos hunde en los insospechados e infames vericuetos de aquel eterno amor que sólo puede salvar la muerte. Amor, la mejor joya de Haneke. Memorable.
(Publicado en Diario del Huila, Neiva, 9 de marzo de 2013)

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