Un minicuento de Gabriela Mistral

La dulzura

Por el niño dormido que llevo, mi paso se ha vuelto sigiloso. Y es religioso todo mi corazón desde que va en mí el misterio.
Mi voz es suave, como por una sordina de amor, y es que temo despertarlo.
Con mis ojos busco ahora en los rostros el dolor de las entrañas. Así los demás miren y comprendan el porqué de mi mejilla empalidecida.
Hurgo con miedo de ternura en las hierbas donde anidan las codornices. Y voy por el campo silenciosa, cautelosamente. Creo ahora que árboles y cosas tienen hijos dormidos sobre los que velan inclinados.

Tomado del libro Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves, edición de Clara Obligado, Madrid, Páginas de Espuma, 2001.

Comentarios

  1. Hacía años que no leía nada de Gabriela Mistra, y me ha dado una gran alegría el minicuento escogido, que por cieto, para los que tiene muy buen gusto al seleccionarlos.
    Isabel

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