Néstor Madrid Malo por Carlos Orlando Pardo

Veinte años sin Néstor Madrid Malo
Por Carlos Orlando Pardo

Fue alrededor de Café literario, una revista inolvidable que mantuvo a lo largo de no pocos años, donde pudimos estar cerca de su generosa manera de ser y a una simpatía que nos dejaba olvidar sus cargos de gobernador o de notario, de político en vacaciones o de estudioso de la Constitución, de catedrático o de historiador apasionado. Porque por encima de los oficios que tuvo que desempeñar para vivir, era, en esencia, un enamorado indeclinable de la literatura y un juicioso analista de nuestro pasado. Desde hace veinte años cuando dijo adiós en 1989, apenas a los setenta y un años, pudiera decirse con certeza que Néstor Madrid Malo no pasó inadvertido por la historia de Colombia a la que tempranamente le había entregado sus entusiasmos desde Hojas literarias, el suplemento dominial del Diario del Caribe, pero en esencia como director fundador de la revista Café Literario, mantenida con sus propios recursos y entusiasmo durante una década. Como un enamorado de Pablo Neruda, a los cuarenta años nos entregó un sesudo ensayo sobre Los versos del capitán y llegaron otros libros que comenzaban a reivindicar la memoria y los actos del precursor Nariño o generaba análisis a la política como espectáculo. Pero de lo que se trata, en el fondo, es el de evocar a un escritor costeño que supo cumplir una importante tarea que valoraba y difundía, discutía y proyectaba un necesario debate sobre la literatura a través de su barco de papel. Porque como bien lo trae a cuento Fernando Ayala Poveda en su Manual de Historia Colombiana, era de quienes creían en el diálogo por encima de la violencia, como si evocara la famosa frase de Darío Echandía que afirmaba cómo era mejor echar paja que echar bala. Le gustaba conversar y se dolía de cómo los afanes de un tiempo que empezaba a ser imparable en la acción lejana al humanismo nos quitara esa delicia por los horrorosos atafagos del día.

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